Una bella historia de amor
En el caso de Puccini, un amor profundo que duró tres décadas le vinculó con el encantador pueblo de Torre del Lago que, durante algún tiempo, ha cambiado con orgullo de todos sus habitantes, su nombre, por el de Torre del Lago Puccini. Llegó allí a finales del siglo XIX buscando encontrar un lugar pintoresco y tranquilo en el que fluyera su genio creativo. El lago y el pequeño pueblo cuyas casas se reflejaban en kas aguas del Lago Massaciuccoli se convirtió desde su llegada en su hogar preferido, muy importante en su vida y en su carrera.
Puccini vivió en Torre del Lago casi toda su vida (30 años), marcada por la intensidad con la que la vivía; le gustaba de una manera extraordinaria las mujeres, la caza, fumar, ser fanfarrón, la niebla del lago y sus gentes sencillas y tranquilas.
Este amor por este pequeño pueblo sólo puede compararse con el que sentía por las mujeres a los que dedicó gran parte de su obra. Sus personajes femeninos, desde Manon a Liú, sus “grandes” mujeres son figuras inolvidables, enormemente frágiles pero nunca sumisas, extraordinarias heroínas que capturan los corazones del público que vuelve una y otra vez a escuchar su música con un poder narrativo único, con un maravilloso sentido teatral para la escenografía, y un gran poder de seducción sobre el público, que hace que el público, todos nosotros, cada vez que tenemos oportunidad de oirlo nos haga soñar y conmovernos.
La antigua torre de vigilancia frente al lago, fue restaurada y acondicionada como la casa que fue durante su vida, y en la que compuso algunas de sus obras más importantes de su carrera; Tosca(1.900), Madamme Butterfly (1.904), La Rondine (1,917), La Fanciulla del West (1910), El Trittico (1918).
En sus últimos años de vida, en 1.921, se mudó a Viareggio, donde murió pero fue trasladado su cuerpo a una capilla construida en su antigua casa en el lago, junto con su esposa y su hijo.
La ciudad que tantos años lo acogió como hijo predilecto, le concedió dos deseos que el propio Maestro no hubiera soñado en vida; tomar como nombre la ciudad; Torre del Lago Puccini, y que sus obras cada año se representen en las orillas del lago que tanto amaba.
Una bella historia de amor, que perdura en el tiempo, que se renueva cada año, cada verano, cuando sus obras inmortales inundan todos los rincones de este bello lago.